jueves, 7 de abril de 2022

LA MUERTE DE UN PSICOANALISTA ( Una experiencia grupo-analítica)

" Las líneas que van a seguir a continuación están basadas en una experiencia personal, como observador al mismo tiempo que participante, durante un año, en un grupo terapéutico/didáctico de orientación analítica..."





ARTICULOS ORIGINALES

LA MUERTE DE UN PSICOANALISTA

(una experiencia grupo-analítica)

Dr. Carlos Frigola

 

Las líneas que van a seguir a continuación están basadas en una experiencia personal, como observador al mismo tiempo que participante, durante un año, en un grupo terapéutico/didáctico de orientación analítica compuesto por catorce personas, cuyas edades estaban comprendidas entre los 25 y los 46 años, mitad hombres y mitad mujeres. Nos reunimos una vez por semana ininterrumpidamente, durante una hora y media de duración a excepción de dos semanas por Navidad y una por Semana Santa. En este grupo estaban incluidos dos pacientes, aunque el grupo en sí no era un grupo terapéutico propiamente dicho. Las profesiones de los distintos miembros estaban más o menos relacionadas con la psicología, la psiquiatría y la salud mental. Este grupo estaba organizado por el “Institute of Group Analisis” de Londres.

El desarrollo de dicho grupo a lo largo de las primera nueve sesiones fue normal. Cuatro días después de la novena sesión, los integrantes del grupo recibimos una carta en la que se nos comunicaba que el Dr. Smith (1) había fallecido en su domicilio de un ataque cardiaco. Por otra parte, se nos comunicaba que el funeral tendría lugar dos días después y que estábamos especialmente invitados. Al final de la carta se refería a que la dirección del Centro que había organizado el grupo haría todo lo posible para que éste pudiera seguir sin interrupción.

Todos los integrantes del grupo acudimos puntualmente a la sesión décima, a excepción de un miembro que se retrasó unos 3 o 4 minutos. A la hora de costumbre, el secretario del Instituto entró en la habitación donde tenían lugar las sesiones acompañado de un nuevo psicoanalista. El grupo empezó a mostrar su sorpresa a través de la interacción no-verbal expresada en forma de gestos, miradas y desafíos entre los miembros y entre estos y el nuevo psicoterapeuta. El secretario nos lo presentó y nos comunicó que en adelante el tomaría la dirección del grupo del Dr. Smith, recientemente fallecido.

Una vez que el secretario hubo abandonado la habitación, el nuevo psicoterapeuta entregó al miembro que estaba situado a su derecha un papel en blanco para que cada cual escribiera su nombre de pila y que lo fuera pasando hasta que se completara la lista. Esto serviría para conocer más rápidamente- según dijo-el nombre de cada uno de los integrantes del grupo. Una vez completada la lista, el miembro de su izquierda le entregó el papel.

En esta sesión Anne, uno de los miembros llegó unos minutos tarde. Tal como reconoció posteriormente, experimentó un gran sobresalto por la presencia física del nuevo terapeuta. Al entrar, y aunque había una silla disponible, Anne prefirió sentarse en el suelo antes de ocupar el sitio del DR. Smith, ya que según su “fantasía” era la silla preferida del psicoanalista fallecido: aunque el resto del grupo no estuvo de acuerdo con este hecho. Tal comportamiento, fuera de lo corriente (función de la experiencia de relación) fue experimentado por los miembros restantes como muy anormal, cerca de lo “psicótico”. Sin embargo, la sorpresa del grupo por la conducta de Anne fue debida, más que a la rareza de la explicación subsiguiente, “Quiero dejar este sitio libre en su memoria”, al hecho en sí de sentarse en el suelo, comportamiento que el grupo no entendía en absoluto.

El comportamiento de Anne, función de su experiencia inconsciente y no como un dato aislado desprovisto de finalidad (proceso) se llenó de sentido cuando dicho comportamiento de analizó en función de la praxis básica de grupo. La sorpresa del grupo fue debida a que experimentó la praxis de Anne como un proceso, y etiquetó – tres sesiones más adelante- su conducta como psicótica. El grupo des territorializado y acéfalo  que hizo todo lo posible para mantener su” razón- de- ser” lo lograría, no a través de la razón de ser, es decir su seguridad ontológica sino a través de la seguridad óntica: la apariencia- de -ser; apariencia que Anne cuestionó al sentarse en el suelo. En otras palabras, para el grupo era más importante el hecho de aparentar ser que el hecho de ser en sí. Era más importante el obedecer pasivamente y continuar siendo un miembro normal/ adaptado del grupo -ahora huérfano y sin líder- que el propio contenido el mandato inconsciente: “El grupo, que es más importante que la suma de sus partes, no puede morir.

Más adelante, en esta misma sesión, tres de los miembros que fueron los únicos que asistieron al funeral, empezaron a brindar al grupo el material de éste, facilitando al mismo tiempo toda suerte de detalles, intentando así presentar una imagen humana del psicoanalista fallecido. Hablaban, por ejemplo, de su familia, de la casa donde vivía, de sus aficiones (era un reconocido jugador de bridge). Etc. Los miembros restantes insistían y preguntaban compulsivamente por más información. El nuevo psicoterapeuta hizo la siguiente interpretación en estos términos. El grupo estaba ahora a merced de los tres miembros, los cuales lo manipulaban a través del material personal. Algunos de los miembros se habían disculpado por su ausencia al funeral a los que si asistieron. Por esta razón, la asistencia al funeral fuera debida quizá a “poderosas” razones personales; ya que todos los miembros habían sido invitados y solamente ellos tres asistieron. Su comportamiento exhibicionista/voyeur frente al grupo podía ser consecuencia de tales razones.

Esta interpretación inesperada fue vista como una intrusión, un ataque directo al grupo, así como un intento de romper su unidad. Anne, manifestando una profunda tensión interior- producto de la pasada experiencia con el anterior psicoanalista, al cual había identificado con su padre- cuestionó al grupo, aunque no de forma directa: ¿quién era aquel extraño que estaba “representando el papel de psicoterapeuta”? ¿Quién era él para hablar en nombre del grupo? El nuevo psicoanalista utilizaba siempre el nombre de “Dr. Smith” cuando se refería a su antecesor, mientras el grupo utilizaba el termino “él” en una especie de tuteo. En aquel momento no pudimos dilucidar si el tuteo era un tabú nominal o tenía otras implicaciones. De todas maneras, el clima de esta sesión era de una fuerte excitación.

 

La orgía

La sesión siguiente enlazaba ya con las vacaciones e Navidad, por lo que quedaban dos semanas hasta la próxima sesión. En esta sesión memorable el grupo se dirigió, desde el primer momento, hacia la orgia. Uno de los miembros, Peter, empezó diciendo que durante la última sesión había experimentado una fuerte excitación sexual- que se había manifestado incluso en una erección placentera, según dijo, - cundo uno de sus miembros María lloraba desconsoladamente al relatar le experiencia de sus relaciones familiares, con especial énfasis, en la relación con su hermano que estaba ingresado en un hospital mental. El grupo, como-un-todo, ignorando a nivel consciente la muerte del anterior psicoterapeuta, se dirigió- después del relato de Peter- hacia una especia de orgía dionisiaca que se manifestó como una explosión de los profundos y a la vez reprimidos impulsos sexuales de unos miembros hacia otros. Por vez primera el grupo tomaba consciencia del sexo de los diferentes miembros del mismo, ya que hasta entonces- según el mismo grupo- este había sido neutro o asexual. Los miembros se seducían mutuamente y parecía que se perdía el control. Esta pérdida del control (desmadre) se manifestaba en una pérdida progresiva del control orgáamico. (2). 

Al llegar a este punto Susan, la más atractiva según la mayoría de los miembros masculinos del grupo, se dirigió a éste, concienciándolo de la realidad dolorosa de la separación durante el lapso de tiempo de las vacaciones próximas. Señaló que, a pesar de la separación forzosa, el grupo tendría la oportunidad de seguir siendo “grupo”, ya que ella iba a hacer un programa en la televisión (todos ignoraban hasta  entonces cuál era su profesión) y podrían verla fuera de las sesiones, y, por lo tanto, “pensar” en el grupo. Otro de los miembros, David, hizo una declaración parecida. Señaló que intervendría en un programa de información pública, también por televisión.

El psicoterapeuta hizo una interpretación en el sentido que el grupo-como-un-todo había intentado la continuidad del grupo (con el psicoanalista fallecido) a través de la orgia: copulando en fantasía  como la única posibilidad de continuar la vida del terapeuta fallecido, en un intento de superar la muerte a través de crear algo nuevo. Al fracasar en este intento de ritualización, el grupo se dirigió hacia la continuidad histórica. Al brindar los dos miembros del grupo (Susan y David) la posibilidad de continuar como “grupo” las dos semanas de vacaciones, perpetuaban “históricamente” al líder fallecido.

En esta sesión se produjo el primer abandono. El psicoterapeuta comunicó al grupo que había recibido una notificación por parte de Anne en la le indicaba que, en adelante, por razones personales, no podría asistir a más sesiones.

 

El cambio

En la primera sesión después de vacaciones de Navidad, el terapeuta comunicó al grupo que había recibido una segunda nota de Anne en la que le comunicaba que había sido ingresada en un hospital mental. Hennar- un miembro del grupo dijo que ya conocía la noticia por conducto profesional, noticia que por otra parte no le extrañaba excesivamente. Si embargo, añadió que se sorprendía porque unas semanas antes, Anne había hablado con ella (fuera del grupo) de su trabajo en una comunidad terapéutica en la cual había una plaza vacante de asistente social. Hennar facilitó al grupo toda suerte de detalles del desarrollo “psicótico” de Anne, de la misma forma como unas semanas antes lo hiciera con el material del funeral del Dr. Smith. Está sesión transcurrió con mucha ansiedad por parte de algunos miembros del grupo, ya que este no esperaba que las cosas hubieran ido tan lejos para Anne. Hennar continuó relatando todo lo referente a Anne durante las dos semanas de vacaciones.

De pronto, la figura del nuevo terapeuta cobró un interés inusitado. Se habrían cambiado algunos muebles y cuadros de la habitación donde tenían lugar las sesiones- cosa al parecer corriente durante las pausas de vacaciones. Sin embargo, el grupo lo vio como una exigencia hacia el cambio, enfrentándose así con el principio de realidad. Los miembros del grupo estuvieron intercambiando sus impresiones acerca de las diferencias entre los distintos mobiliarios y experimentaron, en general, el mobiliario actual (perteneciente en fantasía al nuevo analista) como mucho más “joven” y “dinámico”. Simultáneamente apareció un sentimiento de culpa y amargura por la muerte del Dr. Smith. El grupo sintió en sus carnes como “si lo hubiera matado”. Uno de los miembros se refirió a la situación de la siguiente forma: “Era bastante mayor como para soportar la carga de todos nosotros”. Otro dijo: “Se le veía muy delicado de salud últimamente”; nuestras continuas discusiones seguramente debieron perjudicarle”. Al mismo tiempo se experimentó la crisis de Anne un “proceso” cuya casusa remota era “…el fallecimiento o quizá la sorpresa pidieron ser, en fin…la gota que hace derramar el vaso” según dijo uno de los miembros.

Tengo que hacer notar- a propósito de este “proceso”- que en la sesión anterior al fallecimiento del Dr. Smith, Anne relató al grupo la siguiente experiencia. Como había llegado unos cinco minutos antes a la sesión había visto como el psicoanalista había cambia cambiado el orden de las sillas. Manifestó, sin darles más importancia, que quizá estaba colocando un magnetófono para grabar las sesiones, cosa sin importancia según ella, dadas las características del grupo, compuesto sobre todo por profesionales de la psicología.

 

La restauración

En la sesión siguiente, al comienzo, Pablo relató un sueño que había tenido durante la semana y dadas las características, creyó que podía tener relación con lo que estaba pasando en el grupo. Soñó que había sido invitado por algunos miembros del grupo a una cena. Recordaba vagamente que estaba comiendo algo- quizá un pollo  y que, a pesar de no estar acostumbrado a comerlo con las manos, en el sueño recordaba que así lo hacía, “pelando” todos los huesos y amontonándolos en una especie de recipiente. Al llegar aquí contó que se había despertado con una gran sensación de angustia. Otro miembro, Angela, al escuchar este sueño, se dirigió al psicoterapeuta y dijo, sonriendo que ella también había estado soñando con “huesos”. Había soñado que era una fecha importante para ella- quizás algún aniversario- y que había llegado (no recordaba cómo) a un cementerio en el que había unas tumbas. Unos hombres estaban cavando una tumba y empezaban, de repente, a aparecer huesos (3).

Estos sueños produjeron mucha interacción verbal entre los miembros al interpretarlo el psicoanalista como el intento del grupo de “desenterrar” todo el material reprimido de las nueve sesiones con el Dr. Smith; siendo los huesos del sueño los propios huesos del psicoanalista fallecido.

En este punto, algunos miembros hacían su propia interpretación como el recuerdo reprimido de la comida antropomórfica. Los miembros habían matado (inconscientemente) a su líder y se lo habían comido (incorporado). De hecho, los grupos didácticos funcionan a nivel oral: a aprender de la experiencia. Por otra parte, estaba patente en el grupo la idea del retorno infantil al totemismo, cuando los hermanos (en asamblea) decidieron poner fin a la horda primitiva, matando al padre y devorando su cadáver. El grupo hablaba y hablaba compulsivamente en un intento de comprender intelectualmente el horrible crimen.

A lo largo de las sucesivas sesiones, cuando se des intelectualizaron las interpretaciones y comentarios obsesivos de los miembros fue apareciendo en el grupo, cada vez de forma más nítida, la ambivalencia entre el dolor (consciente) y la satisfacción (inconsciente) por la muerte fertilizante de la madre tierra

Sin embargo, el grupo estaba todavía buscando un sustituto para Anne-que por cierto nunca se reincorporó-para que se hiciera cargo del sentimiento de culpa de haber dejado morir al psicoanalista. Lo encontró en Pablo, que se entregó al grupo para representar el papel de “chivo expiatorio”. Pablo, que tenia problemas evidentes, como explicó en una ocasión, lo difícil que era su vida familiar: su madre padecía una psicosis maniaco-depresiva y su padre alcohólico, fue elegido (o mejor dicho se eligió a sí mismo) para descargar la ansiedad que la reparación producía en el grupo.

Cada vez fue más evidente la ansiedad ahora volcada sobre Pablo, que, por otro lado, aceptaba de buen grado este rol, que era muy conocido para él, ya que se definía a sí mismo como el purificador de la realidad de su familia. Pablo fue, de hecho, el nuevo líder del grupo. De esta forma el grupo iba sintiéndose menos culpable de la muerte de su psicoanalista. Al mismo tiempo que aumentaba inconscientemente la satisfacción del deseo reprimido de matar al psicoanalista como consecuencia de una ambivalencia entre el deseo y el duelo de su muerte, por lo que se eligió una víctima propiciatoria adecuada. Además, el proceso de defensa que negaba este deseo inconsciente se convirtió, por mecanismos proyectivos, en la idea paranoica que fue el propio grupo el único culpable del desarrollo psicótico de uno de sus miembros.


(1)   Los nombres que aparecen en este trabajo son figurados.
(2)   Los ritos dionisiacos, tienen, en el fondo, un profundo significado religioso y político a la vez, teñidos de una corriente libidinal entre lo espiritual y lo físico y viceversa. La orgia implica la necesidad, por parte de los participantes, del abandono hacia la naturaleza animal para poder experimentar el poder fertilizante de la madre tierra. Dionisos y Ariadna inician, de esta forma, al discípulo en los secretos de la naturaleza. En un nivel más profundo, el rito dionisiaco iniciático equivaldría al rito de Orfeo.
 
En la época que tuvo lugar el desarrollo de esta experiencia grupal, falleció el Dr. Foulkes, fundador del “Institute of Group Analysis” de Londres y uno de los pioneros del trabajo grupal y comunitario en el Reino Unido desde la Segunda Guerra Mundial. Durante los últimos años he seguido personalmente- a través de la revista- “Group Analysis” del instituto el desarrollo de esta organización, sobre todo en Europa. Si observamos la revista del Instituto de estos años, nos enfrentamos, en primer lugar, con la elaboración del duelo entre sus colaboradores más íntimos. Posteriormente comienza a surgir la cuestión política del poder y su anclaje socio-económico. Actualmente la revista ha perdido el formato inicial y se ha adaptado a las exigencias pragmáticas de nuestro tiempo.
 
Para los nuevos psicoterapeutas que no le conocieron pero que utilizan el grupo como un instrumento terapéutico y didáctico (y de cambio) imprescindible en nuestros días, sobre todo a nivel de  instituciones, Foulkes, sólo significa un nombre en los libros de texto. Desde su muerte, el número de lectores y alumnos de la organización grupo-analítica se ha multiplicado por diez. Con la muerte de Foulkes, Lacan y Bion, se han cerrado posiblemente las ceremonias iniciáticas del movimiento psicoanalítico.
 
(3)   Los huesos tienen un valor simbólico evidente. En Ezequiel, la llanura de los huesos que se reaniman simboliza el pasado de Israel y la profecía se refiere a la Restauración.
 
He estado recientemente en le monasterio de Poblet, conviviendo con los monjes del Cister durante unos días y participando, como no, en las “experiencias grupales” y en la regla del silencio. Para los que no lo conozcan les diré que Poblet es “todo un mundo” como dice Josep Pla. Allí se encuentran todos los huesos de nuestros reyes de Cataluña y Aragón desde el siglo XII. El visitante se encuentra con la sorpresa de la maravillosa restauración de esta joya arquitectónica, salvajemente destruida por las hordas bárbaras de 1830-40. El abad Admot se refiere a ello: “La profecía del  capítulo XXXVII de Ezequiel- que por cierto siempre fue considerado por los psiquiatras krepelinianos como un esquizofrénico- dar vida al inmenso campo de osamenta que se presentó delante de sus ojos se está realizando en nuestro monasterio. Ojivas caídas, ventanas góticas des horadadas, ruinas por todas partes, destrucción y silencio de sepulcro, eran la imagen desoladora de la visión profética. ¿Crees tú que podrán revivir estos huesos?, y delante del gesto de la duda, discretamente expresado, la palabra de Dios resonó en medio del silencio.” Yo haré entrar en vosotros un espíritu y viviréis”

Este articulo fue publicado en el Boletín  de la Sociedad Española de Psicoterapia y Técnicas de Grupo en mayo del 1987.

                                                                                                                                               















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